'Muros', una serie documental para da voz a los presos


EL DERECHO PENITENCIARIO - SAGRARIO ORTEGA (AGENCIA EFE)
4 ABRIL 2024

Diego, Mari, Eugenio, Bárbara, Mehdi, Feli, Isidoro, Culopato, Yago y Gata. Son diez presos recluidos en cuatro cárceles españolas por delitos comunes, como el tráfico de drogas o la estafa. Pero son más que eso. Son un pasado, un presente y el deseo de un futuro que la serie documental 'Muros', creada y dirigida por David Miralles, lleva a la pantalla a partir de este lunes.

En 'Muros' no hay peleas entre internos, ni agresiones a funcionarios, ni fugas a la americana. En 'Muros' hay esperanza, hay sueños, hay amor, hay amistad, hay tristeza y hay miedo. Pero sobre todo, hay diez historias contadas sin vergüenza, diez vidas relatadas con generosidad y valentía.

Se las han contado a cámara a David Miralles, que el día 8 estrena en Movistar + esta serie de cuatro capítulos rodada, en colaboración con Buendía Estudios, en cuatro cárceles españolas: la de mujeres de Alcalá Meco, Soto de Real -ambas en la Comunidad de Madrid-, Teixeiro (A Coruña) y El Acebuche (Almería).

A Miralles le surgió esta idea cuando acompañaba a una amiga, psicóloga en la cárcel de Valdemoro, a unos paseos con perros que esta realizaba con reclusos que llevaban muchos años entre rejas, según explica el director del documental en una entrevista con EFE.

"De ahí surgió la necesidad de contar las historias del preso más común", porque Miralles no quería a ninguno mediático o que estuviera condenado por crímenes abyectos. "Yo quería a los que están en medio, a los que nunca tienen voz, a los que nunca aparecen en ningún medio de comunicación", recalca.

Fue una selección "trabajosa y con paciencia", pero "se acabaron eligiendo ellos". Cuando el equipo de Miralles se reunía en la cárcel con 80 internos y explicaba cuál era su proyecto, casi todos alzaban la mano para apuntarse. A partir de ahí, siguieron muchas conversaciones hasta elegir a esos diez protagonistas y a sus familias, que no pusieron reparo alguno para participar en el rodaje.

Miralles buscaba lo que casi nadie hace con un preso: "Prestar atención a su historia, "recoger su vida hacia atrás como miguitas de pan". Es decir, contar qué le ha pasado a esa persona para haber llegado hasta la cárcel, porque "nadie acaba por combustión espontánea en prisión de un día para otro. No hay un camino marcado que te lleva a cometer el delito que sea".

"Y eso era un poco lo que buscábamos al final. Prestarles escucha activa", apostilla Miralles, que les ha escuchado durante dos años de trabajo.

Una escucha que reflejan bien los cuatro capítulos en los que estos presos, desde la homosexual Gata hasta el ludópata Isidoro, exponen, en una "entrega muy generosa y muy valiente", sus heridas y explican cómo llegaron hasta allí.

Cree Miralles que "tenían una necesidad muy grande de explicar el contexto, la historia, el cómo han llegado hasta allí, el porqué están allí; y la necesidad de demostrar que no son el demonio, que tienen sentimientos, que tienen familia, que son personas como nosotros".

Tras escuchar sus historias, el director ha sacado una conclusión: "La cárcel está mucho más cerca de nosotros de lo que pensamos y creo que por eso todos han tenido muchas ganas de explicar que no son tan diferentes a los que estamos al otro lado del muro".

Hay presos, como Yago, que son "carne de cañón". A este joven gallego, como puede verse en la serie, parece que la vida le ha dado pocas opciones. Desde su abuelo hasta sus padres, pasando por sus tías, toda su familia más cercana ha estado o está en prisión.

Y es que, como dice Miralles, "hay gente que sale con las cartas marcadas a jugar la partida". Para Yago la cárcel es su espacio natural, ha ido allí desde que era pequeño.

"Ahora que lo has vivido desde dentro, ¿la cárcel reinserta?", le preguntamos a Miralles que, contundente, no tarda en responder: "No, para nada", al menos no a ese 80 por ciento de la población penitenciaria que son delincuentes comunes y en los que se ha centrado el director.

"No te pueden sacar de la cárcel 7 años después y, hala, búscate la vida", dice uno de los reclusos. "Es como un águila, si la tienes 14 años encerrada, ¿cómo vas a echarla a volar de golpe", reflexiona otro.

Son solo dos frases de las muchas que pueden escucharse en boca de los protagonistas y que reflejan el miedo a salir, a reincidir ya fuera del muro, a no saber qué hacer, a recaer...

Porque todos están vinculados a la exclusión social, a la pobreza, a las adicciones, a la enfermedad mental. Y tienen miedo de volver a sus barrios, a sus vidas de antes, reconoce Miralles.

Algunos de los protagonistas han salido ya de prisión y les va bien, según ha constatado el director. Otros han vuelto porque han reincidido.

Y otros siguen atrapados en ella. Lo simboliza bien una escena del documental grabada en el patio de la cárcel de Almería durante un concurso de aviones de papel. Gana el que supere el muro. Alguno lo consigue, pero otro se queda enganchado en la alambrada que corona esa gran pared.

¿Qué le ha pasado al que ha superado el muro? ¿Dónde está? ¿Cómo le va? Quizá el documental merece una segunda parte que profundice en ello, reflexiona Miralles.

Mientras tanto, el director solo aspira a que esta serie que se estrena el lunes genere "conversación" entre quienes la vean, ayude a hablar de los presos, de esos grandes "olvidados", y contribuya a buscar una cárcel "más humana", con más recursos dentro y fuera para su reinserción.





Copyright 2001 - 2024 Aladino. aladino946@hotmail.com Todos los derechos reservados